Se presumía que el de anoche iba a ser un partido
muy atractivo, entre dos equipos que están firmando una grandísima campaña.
Llegaba el Betis de Pepe Mel al Manzanares con la vitola de equipo al que le
gusta jugar bien al fútbol y eso hacía presagiar que el resultado del partido
podría ser cuanto menos incierto.
Pero el Atlético, fiel a su estilo de los últimos
partidos (buenas primeras partes y segundas partes donde contemporiza el
resultado) dejó para el espectador unos primeros 45 minutos memorables,
especialmente destacando en todas y cada una de las acciones ese brasileño que
si tiene el día bueno es tan o más desequilibrante como lo pueden ser otros
jugadores de renombre del Átlético o de cualquier otro equipo. De las botas de
Diego Costa nacieron los dos goles rojiblancos, el primero de ellos tras una
dejada atrás al recuperado para la causa Raúl García, cuyo centro colocó de un
cabezazo sublime en la escuadra el Tigre Falcao. El segundo gol, obra de Filipe
Luis llegó tras un rechace bético en una gran jugada nuevamente de Diego Costa.
Tras el 2-0 el Betis empezó a ganar terreno, y pudo
irse con algún gol a la buchaca antes del descanso si no llega a ser por el
portero rojiblanco (sí, los porteros también juegan), el cual realizó una
parada memorable en una cuádruple ocasión verdiblanca, y nada más salir de los
vestuarios en la segunda parte, le amargó el día a Rubén Castro ganándole un 1
contra 1 del que todavía se estará acordando el delantero bético.
De ahí y hasta el final del partido se vio a un
Atleti algo falto de gasolina, y a un Betis que por más que lo intentaba no fue
capaz de perforar la portería rojiblanca.
Total, que 2-0 y el próximo jueves a intentar cerrar
el pase a semifinales en una competición que este año el Atlético quiere ganar,
y si sigue con estos números (17 victorias consecutivas en casa, las 9 últimas
con el marcador en contra a 0) ¿porqué no se puede soñar con llegar a por lo
menos la final?. La solución en las próximas semanas.
Y el domingo llega el Levante, un equipo correoso,
pero que si la lógica se cumple, debe ser la víctima número 18 consecutiva en
el Manzanares.
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